Relato ganador del Día del Libro y poema ganador. Obtuvieron un premio. Muchísimas gracias a todos por participar.
LA VERDADERA HISTORIA QUE ACABO EN DECEPCIÓN
Carla,una joven adolescente,encontró el amor de su vida.
A él le encantaba escuchar la radio mientras trabajaba en el taller,ella era una de las mejores costureras de todo Madrid.
Se conocieron en una tarde de primavera en el Retiro.
Al principio solo había una gran amistad, pero al tiempo surgió un sentimiento mucho más profundo.
Establecieron una relación de pareja y al poco tiempo decidieron casarse.
Fue una boda sencilla, acogedora y con poca gente.
El niño llego pronto y fue un varón,una alegría para el matrimonio. La alegría duro poco porque Jesús cogió celos de su propio hijo.
Empezó diciéndole a Carla que le prestaba más atención al pequeño que a él,que ya no lo quería tanto como antes.
Los celos siguieron creciendo, ya también con la gente de alrededor de Carla y le decía que salía mucho, que tardaba en hacer los recados ,que era tonta,que vaya ropa llevaba ,que era una imbécil...
Así comenzaron los insultos y cada día había más miedo. Carla y el niño ya no eran los mismos,cuando volvía del taller su esposa tenía que ser su criada, tenía que hacer todo lo que él quería y si se negaba o decía su opinión venían las bofetadas,los insultos y al día siguiente tenía que decir una mentira. Las vecinas le preguntaban y ella se veía obligada a explicar que se había caído,que se había dado con la esquina del mueble...
Y así día tras día,trascurrió la infancia del niño de Carla,con pánico, sin tener el amor de un buen padre y ella tuvo la vida de una mujer maltratada, con miedo,sin ningún derecho. Nunca pudo decir
la verdadera historia de su moratones y la identidad real de su marido.
Elena Bailón Martín Curso (1ºA)
BALAS DE PLATA
Te besó en un monte donde se escondía ella
en pleno novilunio. Te prometió amor, fidelidad
y palabras huecas quedando un anillo de testigo
que te delató fabricando en ti un yugo.
Perola Luna fue creciendo como una C espejada.
Él la observaba mientras soñabais sobre la hierba,
qué pesadilla se volvió cuando supo que eras yerma.
Y salieron sus palabras, como garras hacia ti,
más sus colmillos que atacaron tu cuello
dejándote a ti, mujer, privada de todo derecho.
La Luna en un monte se quiso hacer adulta
y cuando se colgó, él se disfrazó gritando
como lobo ante su presa y tú, ciega de amor,
te dejaste dominar por la bestia que tu marido era.
Al fin su licantropía se vio completada
y tú, mujer, que enamoras con tu linda risa rosada,
que con tus ojos mueves mundos. Sin ti, que no hay
vida, te viste obligada a usar tu sonrisa morada.
Cuando terminó el plenilunio y regresó , tu casa
se tornó en necrópolis y tú en tu nicho esperabas a que
fuera hombre dormido para poder de una vez armarte.
Aclamamos tu valor que se reflejaba en el mar
de tus ojos. Hiciste bien en coger ese revólver con
balas de plata mientras veías por la ventana a la Luna,
vieja en su decrecida, que siendo ramera avisó al perro.
Te pidió perdón, un perdón vacío que hizo un pasillo
a la amenaza. Bien hiciste en apuntarle con el arma,
buen ojo al ver que estábamos ahí, buena puntería
tuviste cuando disparaste esas balas de plata
que somos hoy yo, tu familia, tus amigos... Personas.
J.B.M
en pleno novilunio. Te prometió amor, fidelidad
y palabras huecas quedando un anillo de testigo
que te delató fabricando en ti un yugo.
Pero
Él la observaba mientras soñabais sobre la hierba,
qué pesadilla se volvió cuando supo que eras yerma.
Y salieron sus palabras, como garras hacia ti,
más sus colmillos que atacaron tu cuello
dejándote a ti, mujer, privada de todo derecho.
La Luna en un monte se quiso hacer adulta
y cuando se colgó, él se disfrazó gritando
como lobo ante su presa y tú, ciega de amor,
te dejaste dominar por la bestia que tu marido era.
Al fin su licantropía se vio completada
y tú, mujer, que enamoras con tu linda risa rosada,
que con tus ojos mueves mundos. Sin ti, que no hay
vida, te viste obligada a usar tu sonrisa morada.
Cuando terminó el plenilunio y regresó , tu casa
se tornó en necrópolis y tú en tu nicho esperabas a que
fuera hombre dormido para poder de una vez armarte.
Aclamamos tu valor que se reflejaba en el mar
de tus ojos. Hiciste bien en coger ese revólver con
balas de plata mientras veías por la ventana a la Luna,
vieja en su decrecida, que siendo ramera avisó al perro.
Te pidió perdón, un perdón vacío que hizo un pasillo
a la amenaza. Bien hiciste en apuntarle con el arma,
buen ojo al ver que estábamos ahí, buena puntería
tuviste cuando disparaste esas balas de plata
que somos hoy yo, tu familia, tus amigos... Personas.
J.B.M
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